martes, 28 de octubre de 2008

Aquél que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día

En mi caso, fue hace poco que me acostumbré a viajar. No fui de esos que nacen en un familia circense y pasan un mes en cada ciudad, no fui de esos que se van de vacaciones con sus padres a lugares remotos desde que nacen, nunca sentí especial necesidad en conocer otras culturas o visitar monumentos que el ser humano construyó hace siglos.
Lo único que me motivaba a realizar un viaje a determinado país eran los paraísos naturales, los parques nacionales, observar animales en su medio natural, caminar por valles y montañas que veía en documentales, observar especies de aves que nunca podría ver en mi país… Y así comenzaron mis breves y escasos viajes por España, Francia, Turquía u Holanda tenían un interés puramente paisajístico y faunístico.
Así fue hasta que en 2006 hice un viaje mochilero con mi gran amigo Iván. En 9 meses recorrimos una pequeña parte de Perú y también Ecuador.
Cuando has estado viajando durante tanto tiempo, sin ningún tipo de prisa, yendo a dónde te apetezca, quedándote el tiempo necesario para conocerlo a fondo si te fascina el lugar, huyendo en seguida si el lugar es horrible y no estás a gusto, viajar con la incertidumbre de saber dónde irás al día siguiente, a quién conocerás, qué nuevo y delicioso plato probarás, que lugar remoto y desconocido te fascinará mas que aquel que está masificado de turistas y del que tenías tantas expectativas…
En un viaje así entendí que no hay mejor manera de sentirse vivo, de aprovechar cada día al máximo, feliz por no desperdiciar la vitalidad de la juventud, percibí el sentimiento de libertad más cerca que nunca, tenía la certeza que en el día de mañana algo nuevo descubriría y me sorprendería para bien o para mal, pero descubriría… a diario!

La mayoría de vosotros estaréis de acuerdo en que las anécdotas, vivencias, personas, alegrías y tristezas que más recordamos se han producido durante un viaje.
Si esto es así, ¿Por qué no hacer que el viaje sea una forma de vida?, ¿Por qué no trabajar para vivir en lugar de vivir para trabajar?
Eso es lo que quiero hacer ahora, al menos en esta etapa de mi vida: viajar hasta que el cuerpo aguante. Conocer este mundo a fondo e ir con las casa a cuestas hasta que esta forma de vida deje de ilusionarme y llenarme como lo hace ahora.

En la vida raramente te arrepientes de lo que haces sino de lo que no haces y aunque éste viaje acabe en un año, con 50 años no esteré preguntándome qué hubiera sido de mi vida si hubiera tratado de cumplir un sueño de juventud. Salió bien o mal pero lo intenté! Y me quedé satisfecho!

Eterno Viajero pretende ser un modesto blog en que contar las aventuras de un viaje con final incierto, un medio por el que amigos y familia podrán saber en qué rincón del mundo me escondo, un diario virtual que poder consultar y enseñar a mis nietos.